Jaime Falcón López | Larabanga (Ghana)

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014) calcula que 1000 millones de personas no tienen acceso a una sanidad mínima y que 100 millones de personas caen cada año en la pobreza a causa de las deudas contraídas por recibir atención sanitaria. La sanidad en muchos países de África es una carencia que lastra el bienestar de su población. En Liberia o Guinea, por ejemplo, no se pudo controlar el virus del Ebola que entre el 2014 y el 2016 asoló gran parte del continente en la zona central y occidental. Nigeria fue el único país que consiguió controlar el brote gracias a la ayuda internacional. Ante este tipo de situaciones siempre se alberga la esperanza de que se tome conciencia de lo importante que es disponer de sistemas sanitarios públicos en las ciudades y aldeas africanas.

En todo mi transcurso en Ghana, cuando hablaba de sanidad, en algunas ocasiones, acababa hablando de las epidemias que alguna vez habían asolado al continente. En Ghana hace algunos años se implementó un sistema de detección y control de epidemias que incluye un centro de aislamiento en cada región, mejorando la imposibilidad de propagación de enfermedades. Muchos países africanos no tienen sistemas fiscales que permitan financiar un sistema de salud eficaz y accesible a toda la población. Este tipo de problemas se agrava en las zonas rurales, donde mujeres mueren tras dar a luz o niños mueren repentinamente sin saber claramente las causas de su fallecimiento.

“Ayer uno de los niños que va al colegio que tenéis en frente de vuestra casa murió. Jugaba tranquilamente al fútbol en el patio cuando se desplomó al suelo y no volvió a moverse. Se lo llevaron a enterrarlo sin saber realmente le pasó. En Larabanga tenemos la clínica desde hace dos años, y esta muy lejos de tener un mínimo equipamiento médico y unos profesionales que puedan hacer frente a algo más que un caso de malaria”. Muniru Bansi. Guía turístico en Larabanga, Ghana.

En muchas zonas de Ghana no hay médicos o los que hay son muy caros y las familias no pueden permitirse acudir a ellos. Por ello, acuden a curanderos que utilizan remedios hechos con plantas naturales. Estos curanderos, obviamente, son mucho más baratos y la gente cree en ellos, pese a carecer de los conocimientos suficientes para curar algo más que un simple dolor de cabeza.

En Ghana, el 70% del presupuesto sanitario proviene de la recaudación de los impuestos derivados del IVA, es decir, un 2,5% (OXFAM). Esto resulta, a todas luces, insuficiente cuando, según cifras oficiales, el 65% de la población no tiene acceso a un médico. El gobierno actual se ha propuesto mejorar esta situación obteniendo fondos vía impuestos de las compañías mineras y extrayendo parte de los ingresos percibidos de la explotación petrolífera.

No hay que olvidar que el sistema sanitario actual ghanés está en proceso de construcción. Poco a poco va mejorando. Un problema que como muchos de sus países vecinos sufre es el gran volumen de economía sumergida o informal. Un trabajador que cobre todo en B no destina parte del sueldo a la financiación de la sanidad. Para combatir esta situación, el Gobierno implantó un seguro médico con un coste de 28 Cedis (5 euros) al año. Una cantidad que parece ridícula pero que en Larabanga la mayoría de la población no se lo puede permitir. Del 80% de trabajadores que se mueven en este tipo de economía solo un pequeño porcentaje de ellos está suscrito a este seguro. Y es que no es obligatorio tener este seguro, ni se dispone de medios para controlar quien lo tiene contratado y quien no. Otra de las razones es que los proveedores sanitarios, tanto en el sector público como en el sector privado, no ofrecen los servicios adecuados o no son de calidad, lo que hace que parte de la población no tenga ninguna motivación para contratar dicho seguro. Las autoridades, por su parte, no fiscalizan como deberían la prestación de servicios sanitarios y eso lo convierte en un problema que padece todo el país.

“El otro día tuve que llevar a mi hermana al hospital fuera de Larabanga ya que la clínica de aquí no tiene medios. Tenía mucha fiebre y dolores, lleva una semana ingresada y todavía no saben que le sucede. Es normal que mucha gente no pague el seguro médico puesto que a veces no te dan ninguna solución o simplemente ese día no tienen los medios o el personal para atenderte. ¿Por qué alguien va a pagar por algo que no le reporta nada?” Yusiff. Lugareño de Larabanga, Ghana.

Aun así, poco a poco la situación va mejorando. Se ha conseguido reducir notablemente el SIDA gracias a campaña de educación y prevención promovida a instancias gubernamentales, alentando a la población a usar el preservativo. Esto se ha complementado con el uso de medicamentos para impedir que una madre con SIDA transmita el virus a sus hijos. Se ha mejorado la cobertura sanitaria a las mujeres en estado de gestación reduciendo la mortalidad materno-infantil. En 2014, el Gobierno prometió construir 600 centros clínicos en las zonas rurales para evitar que la gente tuviera que realizar largos trayectos para poder recibir atención sanitaria. Como hemos comentado antes, en Larabanga, Ghana, hace dos años construyeron una clínica.

Si el sistema sanitario falla, falla el acceso a los medicamentos. Un acceso limitado debido al margen tan alto de beneficio que se llevan los importadores farmacéuticos. Solo las pastillas que receta el médico para la malaria cuestan 17 Cedis (3 euros). La esperanza está en dos compañías farmacéuticas locales que están prosperando mucho con el consejo de expertos hindúes. Una de ellas produce medicamentos para combatir el SIDA importando también a países vecinos como Burkina Faso.

El servicio sanitario en Ghana va mejorando, pero aún tiene mucho recorrido. Aunque hay que destacar que en los cuatro últimos años se han dado pasos importantes, como la construcción de infraestructuras sanitarias en casi todos los lugares del país. Solo queda mejorar el control y la administración de los recursos para ofrecer una sanidad pública de calidad. La sanidad, al igual que la educación, es un factor de progreso y bienestar social de un país.

 

Jaime Falcón López es estudiante de 4º curso del grado de Publicidad y Relaciones Públicas de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación de la Universidad de Valladolid (España).