Mateo Melendreras García | Atsiame (Ghana)

Las plantas han desempeñado un papel fundamental en la espiritualidad y la medicina tradicional de diversas culturas a lo largo de la historia, y en Ghana, no es diferente. Para los tradicionalistas en esta región, las plantas no solo son recursos naturales, sino también vínculos sagrados con lo divino y poderes curativos ancestrales.

En su visión, hay ciertos tipos de vegetación que cuentan con un espíritu y energía vital de los que se puede obtener beneficios espirituales y medicinales. Desde tiempos antiguos, muchas de estas comunidades han adorado desde un profundo respeto y conexión a la flora local, reconociendo su capacidad para sanar tanto cuerpo como alma. En este contexto, hemos podido observar cómo a día de hoy en Ghana se preservan estos conocimientos, y con muchas plantas se continúa realizando las prácticas tradicionales de tal nación.

Los estudiantes de ADEPU han podido acudir al Bosque Bobiri, una reserva forestal de unos 54 kilómetros cuadrados protegidos que se encuentra en la Región Ashanti, cerca de la ciudad de Kumasi. Este bosque es reconocido tanto por su biodiversidad única, con gran variedad de especies vegetales, como por ser un santuario de mariposas, contando con unas 400 especies diferentes.

Adentrándonos en este bosque, nos encontramos con una planta conocida en la lengua Akan como “homakyem”. Se trata de una planta sagrada de gran importancia en la espiritualidad y medicina tradicional ghanesa. Es utilizada en ceremonias rituales y se cree que esta planta cuenta con un espíritu con poderes místicos que media entre el mundo físico y terrestre, en el que habitamos, y el espiritual, el más allá.

Dentro de la explicación que nuestro guía nos ofreció, nos comentó que se trata de una planta espiritual que te tratará en cuestión de cómo la trates, por lo que es muy importante respetarla. En caso de querer cortarla, se recomienda ir por la noche, sin estar acompañado y en el momento de cortarlo uno debe desprenderse de sus prendas y, al finalizar, no se debe mirar hacia atrás. El guía afirma que en todo el camino de vuelta a casa la persona sentirá una presencia tras él, pero es importante no mirar hacia atrás.

Para poder cortar el homakyem, previamente hay que hablar con la planta, explicarle que vas a coger una parte de ella y el motivo por el que la necesitas. En el momento de cortar esta planta, podemos observar que segrega una savia rojiza similar a la sangre, motivo por el que se percibe al nivel de un ser humano, más allá de una planta. Se trata de una sustancia con altos poderes químicos y sedativos, que se han llegado a utilizar para calmar a las personas con trastornos psiquiátricos. Dentro de la medicina tradicional, se ha empleado para tratar otro tipos de dolencias, como las gastrointestinales, fiebres o dolores musculares, que se administran de manera oral o tópicamente a partir de la corteza y raíces.

Por otra parte, el homakyem o Dalbergia Lactia cuenta con un profundo imaginario espiritual relacionado con las mujeres. Se considera como una planta que no puede ser tocada por las mujeres, puesto que en este contacto la mujer podría dejar de menstruar y, por tanto, de ser fértil.

Finalmente, también existen relatos alrededor de las hojas de esta planta, que parecen esconderse del ser humano. Resulta difícil poder verlas, por lo que se considera que si una persona las ve es porque tal espíritu te las está enseñando, y por ello quiere que recojas parte de ellas.  Se trata de una de las plantas con más connotaciones espirituales entre los tradicionalistas, y es por ello por lo que resulta común observar objetos y todo tipo de ofrendas ante ella.

Pasando a Atsiame, también encontramos creencias relacionadas con las plantas. Estas historias provienen de las creencias tradicionalistas, aunque actualmente encontramos en su mayoría una población cristiana, que se expandió rápidamente a partir de 1935, de la mano de un suceso impactante.

El cristianismo llegó a Atsiame de la mano de Nkunortsi, bisabuelo de Becky, quien trabaja como cocinera junto a ADEPU. Becky nos ha contado cómo durante este año aún no había las técnicas de congelación de los cuerpos difuntos, por lo que únicamente se mantenían por 4 días. En el caso de su
bisabuelo, había muerto y tras los 4 días de descanso del cuerpo se estaba realizando su funeral, cuando de repente el cuerpo volvió a la vida y comentó al resto de integrantes que se trataba de una señal de Dios, lo que acentuó el carácter cristiano de la comunidad ante tal milagro.

En cuanto a los los árboles, el primer ejemplo se da con uno de los más llamativos de Atsiame, conocido como “Forget Me Not” (No me olvides). Se trata de un árbol con flores de tonos blancos y amarillos que se utiliza como recuerdo de una persona fallecida. Es por ello por lo que resulta común encontrarlo en cementerios, dando a entender que si encontramos ese árbol siempre se mantendrá en el recuerdo al fallecido.

Por otra parte, encontramos al árbol más emblemático de Atsiame, conocido como Logotchi Tree. Este árbol tiene tras sí multitud de connotaciones espirituales, además de medicinales. Entre sus cualidades medicinales ha sido utilizado para combatir enfermedades como la malaria o la fiebre tifoidea.

En su parte espiritual, se creía que el árbol avisaba de cuando algo malo iba a pasar en la comunidad, algo que el espíritu del árbol escribiría sobre su propia corteza o comunicaría al líder espiritual de Atsiame, que lo trasladaría al resto de los habitantes. Las noticias que aparecían en el Logotchi no siempre se hallaban en el mismo idioma, sino que iba cambiando de lengua, incluso con algunas no habladas en la zona como el árabe.

De esta manera, sobre el propio tronco también aparecerían los números ganadores de la ̈lotto ̈, lotería nacional oficial del país, administrada por la Autoridad Nacional de Loterías. Estos números aparecían sobre la madrugada, y desaparecían a lo largo de ese mismo día.

Otro de los sucesos que se dan con el Logotchi se relacionaba con la ida de personas originarias de Atsiame hacia otras zonas de Ghana o diferentes países. Múltiples personas afirmaban que, lejos de Atsiame y embarcando una nueva vida, podían escuchar al Logotchi llamándolos y pidiéndoles que volvieran a la comunidad.

Debido a las cualidades espirituales de las que dotaba este árbol milenario, se llevaban a cabo múltiples tipos de sacrificios (cabras, gallinas, palomas, gallinas de guinea…), realizados para alimentar al espíritu que habitaba la planta cuando se encontraba hambriento, algo que comunicaría al chief priest. También se realizaban como una manera de agradecer al árbol su ayuda, por ejemplo con la lotto.

En 1972, con un cristianismo más asentado, se trató de cortar el árbol pero resultó imposible debido a su poder espiritual, afirmando que cuando se cortaba el árbol, éste volvía a regenerarse.

A partir de este momento, el Logotchi no cuenta con estos poderes ya que el espíritu ha huido debido a las malas prácticas y al descuido del árbol, por lo que se trata de un árbol común pero del que muchas de las personas de avanzada edad de Atsiame afirman haber escuchado voces y demás poderes espirituales ya explicados, antes de que ese espíritu huyera.

Por otra parte, aún a día de hoy podemos encontrar en ciertos árboles diferentes huesos y amuletos atados a árboles u otros lugares protegidos. Se trata de algo que los tradicionalistas realizan para controlar que nadie perturbe esas zonas, por ejemplo recogiendo cocos que son de su propiedad. De esta manera, estos huesos se entienden como un símbolo de identificación y amenaza, y en el imaginario cultural de los residentes de Atsiame el contacto con estos amuletos resulta fatal, incluso pudiendo llegar a la muerte. El nombre que se da a estos símbolos en ewe es “kporshie”.

Esta estrecha relación entre plantas, espiritualidad y medicina tradicional no solo refleja una conexión profunda con la naturaleza, sino también un testimonio de la resistencia cultural a lo largo del tiempo. A pesar de los cambios sociales y la influencia de nuevas creencias y culturas, éstas prácticas ancestrales han perdurado y se transmiten de generación en generación.

En un mundo cada vez más globalizado, estas prácticas ancestrales permanecen como una fuente de identidad para tales comunidades, que enriquecen el patrimonio cultural del país y nos sirven como recordatorio de la interconexión entre el mundo natural y el ser humano, algo que parece diluirse con el paso de los años pero que siempre se ha encontrado inherente al estilo de vida de nuestros antepasados.

Mateo Melendreras García es estudiante de 3º curso del grado de Publicidad y Relaciones Públicas de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídical y de la Comunicación de la Universidad de Valladolid (España).