Sol Parra Fernández | Larabanga (Ghana)

Nunca me había sentido tan impactada al ver suciedad en las calles. Al llegar aquí, me encontré con uno de los mayores paisajes de residuos, tanto en ciudades como en zonas rurales, que he visto en mi vida. Desde entonces, supe que era un tema esencial para hablar y concienciar desde la experiencia que estoy ganando viviendo en este lugar.

Ghana es un país ejemplar en muchos aspectos económicos respecto a otros del continente africano, pero aún posee graves carencias, como son la falta de gestión y tratamiento de residuos. Es uno de los mayores retos a los que se enfrenta el país cada día, debido a que existe una gran presión para mantener las calles limpias del país y evitar, a su vez, accidentes sanitarios.

En este país no existen industrias públicas que gestionen el reciclaje de los residuos de la población como en otros países del mundo. Hay un gran número de vertederos, donde cada día se acumulan enormes cantidades de residuos. Como es el caso de Accra, la capital del país. En el centro de esta ciudad existe un barrio, Agbogbloshie, en el que cada año unos cinco millones de aparatos electrónicos usados llegan procedentes de todo Europa, Estados Unidos y China, y el tercio de esta cantidad de residuos es lo que acaba en este barrio. Este lugar se ha convertido en uno de los principales destinos de basura electrónica de Occidente. Pero no todo queda ahí. Los habitantes de Ghana, en especial los de las grandes ciudades más desarrolladas, cada día queman los restos de antiguos aparatos electrónicos como móviles, ordenadores o televisiones. Con esto, consiguen extraer los metales de los aparatos, para poder venderlos así a mayoristas, y éstos a su vez, reintegrarlo en un ciclo productivo mundial. Es realmente impactante, pues el comercio ilegal de estos materiales sigue desarrollándose cada día, y todo esto ha convertido a la zona en uno de los lugares más contaminados y tóxicos del planeta. Pero lo peor ya no sólo está en la falta de interés en esta problemática por parte del Gobierno, sino en lo que supone también para la salud de los habitantes de este país.

Sin embargo, centrándonos en oportunidades crecientes relacionadas con este tema, cabe destacar el negocio de equipos especializados para la recolección de residuos fabricados en España. La carencia ghanesa de posesión de industrias dedicadas a la fabricación de estas máquinas para este servicio es destacable. La presencia de nuestras empresas en el sector de la maquinaria en Ghana ha sido muy constante durante los últimos años. Por eso, se ha conseguido una buena percepción del producto español relacionado con la gestión y el reciclado de residuos. Y aquí es cuando yo me paro a pensar que de qué sirve participar en un negocio internacional de la compra de estas maquinarias, cuando el uso de las mismas no está cubriendo las necesidades de la gestión de la basura de este país. Muchos pensarán que la recogida de residuos se gestiona en un sector público, pero en Ghana sólo existen servicios de recolección de residuos sólidos en el sector privado. Pues en la década de los noventa, se llevó a cabo una transformación en el sector medioambiental, siendo el sector privado el que jugó un papel clave. Se desarrolló un proyecto en las cinco mayores ciudades del país, formado por el Gobierno y el Banco Mundial. El fin, según se justificó, era mejorar la falta de productividad, ya que el sector público carecía de supervisión, de mala gestión y de mala financiación. Fue entonces cuando el Banco aportó fondos y asistencia técnica para privatizar el proceso de recogida de residuos. Esto supuso el comienzo de la subcontratación de los servicios privados para la recolección. Actualmente, esto se sigue desarrollando en Ghana, y las dos formas de gestión de residuos en las ciudades más desarrolladas son: casa por casa o a través de contenedores.

En el caso de las recogidas «casa por casa», se da especialmente en las zonas con mayores ingresos, como las grandes ciudades, y en las instituciones públicas. De esta manera, cada individuo interesado tiene que registrarse y pagar un impuesto en función de sus ingresos, y una vez se haya finalizado este trámite, se abona un pago mensual con un precio diferente en cada ciudad. Por otro lado, en el caso de los interesados en la recolección colectiva a través de los contenedores, tienen la opción de pagar una cantidad por contendor (que este sería recogido cuando estuviera lleno), o el sistema del vertedero libre. Pero los resultados de estos sistemas siguen sin ser del todo favorables, pues la cantidad de residuos en este país supera enormemente la capacidad local para hacer frente al problema, destacando así el menos del cuarenta porciento de los ciudadanos en las áreas urbanas que cuentan con un servicio de recogida de basuras, además de las dificultades de acceso de vehículos especializados a muchos lugares. La suma de ello más el pago de este servicio, significa que la recogida no es homogénea y muchas zonas quedan fuera de este sistema.

En el caso de las áreas rurales, el impacto al llegar a Larabanga y ver en cada acera y terrenos llenos de montones de plásticos y residuos sin recoger, es enorme. Además de los residuos electrónicos, los plásticos es uno de los residuos más contaminantes del planeta y, a su vez, de los más utilizados en este pueblo. Los alimentos y bebidas que se venden en Larabanga son empaquetados en una o dos bolsas, y cuando son consumidos, en la gran mayoría de casos, son arrojados al suelo. Pero el problema no sólo está en el mal uso de estos materiales, sino en la falta de información, de recursos y de educación sobre este tema entre los habitantes de áreas rurales como Larabanga.

Hace unos años, un grupo de personas se juntaban cada tres o cuatro semanas para gestionar los residuos del pueblo. Iban recogiendo y amontonando los plásticos y, posteriormente, los quemaban, consiguiendo así una mayor limpieza de la zona. Actualmente, ya no se hace. Cuando he investigado y hablado con la gente del pueblo, todos han coincidido en lo mismo. Hace años Larabanga estaba mucho más limpio, y les gustarían que siguiera siendo así. Pero los habitantes que se dedicaban a esta gestión ya están cansados. Mientras ellos aportaban al pueblo orden y limpieza, el Gobierno no hacía nada. Están cansados de pagar impuestos y que se siga sin hacer nada por arreglar este problema que afecta a su pueblo y a todo el país. Lo que ha supuesto que la mayoría de la población sigue sin estar concienciada, y los que lo están, no pueden hacer nada porque tampoco tienen recursos para ello.

La educación sobre este tema posee muchos déficits, pues en los centros docentes no se trata nada relacionado con estos asuntos. Además, no todos los habitantes de Larabanga han tenido la oportunidad de ir al colegio, lo que supone un problema también mayor al no tener recursos de educación sobre aspectos importantes como este. Es por eso, que es uno de los primeros cambios que se deberían hacer, aunque cabe destacar que gradualmente esto está cambiando, pues hay personas concienciadas para el desarrollo educativo de este tema, sólo que necesitan cooperación y ayudas para poder llevarlo a cabo.

El trabajo común sería la solución perfecta. Habitantes con los que he hablado han coincidido en que asignar un trabajo para ello sería lo más adecuado. Necesitan papeleras y contenedores, y habitantes que se dediquen a su recogida. Necesitan educadores sociales informados del tema para poder difundirlo. De hecho, existen muchas empresas locales que buscan socios fuera del país con conocimiento del sector de la gestión de residuos y del reciclaje, para facilitar el acceso a nuevos servicios eficientes en el país.

En Larabanga necesitan que las autoridades aporten su colaboración para que la población se conciencie y aporten recursos para poder gestionar los residuos. Los habitantes quieren ver su pueblo limpio y necesitan recursos y personas para ello, porque cada vez la suciedad va a más, y yo misma he podido comprobarlo.

Siendo consciente aún más de la gravedad del tema, cabría destacar la necesidad en este país de eliminar la idea que se tiene sobre la mala gestión de residuos, haciendo hincapié en la importancia de la solución de este gran problema que abarca a toda la población, comenzando por una concienciación en todos los centros docentes y promocionando una educación igual sobre el tema para toda la zona, y para todos y cada uno de sus habitantes.

Un ejemplo de alternativa en Larabanga es un señor que entrevisté hace unos días. Es uno de los habitantes que se encargaba de organizar las quedadas de recogida de residuos en el pueblo hace unos años. Me contaba que dejó de organizarlo porque se sentía frustrado. Él intentaba motivar a la gente a acudir a las recogidas comunes, y criticaba que siempre acudían las mismas personas y no recibían feedback por parte de las autoridades. Actualmente, aunque sabe que sigue siendo un problema grave en la sociedad, él ha concienciado a toda su familia, y en su casa intentan reciclar siempre y mantener todo limpio. Además, también me contó un caso de emergencia para eliminar los residuos plásticos del pueblo. Recogerlos en contenedores y quemarlos a las afueras, allí donde el humo no afectara a la población ni a la vegetación. Pero claro, él mismo me afirmaba que sería una opción rápida y a su vez tóxica para los habitantes y para el medio ambiente. Por ello, hoy sigue luchando porque este problema se ponga en boca de todos los habitantes y en manos de las autoridades, y poder así conseguir un avance que permita que el pueblo de Larabanga vuelva a estar limpio.

Por último, me gustaría invitarles a que reflexionen sobre el uso de nuestros dispositivos (móviles, televisiones, ordenadores…) cuando dejan de funcionar. ¿Dónde se depositan? ¿Y a dónde van? ¿Se reciclan? ¿Por qué van a unos países y a otros no? Pues bien, en el caso de Ghana, la normativa es muy diferente a la de nuestro país. Los países más desarrollados del norte, allí donde las leyes medioambientales son estrictas y no permiten introducir residuos de otros países, se aprovechan de la pobreza de leyes medioambientales ghanesas. Es decir, al ver que Ghana no posee normas que prohíban depositar residuos, sobre todo electrónicos, el resto de los países del norte aprovechan la situación y no les importa abrumar las costas y vertederos del país, con tal de eliminar los residuos de su zona. Es realmente increíble cómo puede llegar a afectar un acto tan simple como tirar residuos donde no se debe. Por eso, invito a reflexionar sobre ello y tomar conciencia de lo que supone deshacerse de un simple dispositivo que utilizamos en nuestro día a día como herramienta de trabajo o entretenimiento, pues detrás hay mucho más de lo que parece.

Sol Parra Fernández es estudiante de 3º curso del grado de Publicidad y Relaciones Públicas de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación de la Universidad de Valladolid (España).