Mario Marquina | Larabanga (Ghana)

Los regresos nunca son fáciles. De pronto se conjugan el pasado y el presente, el recuerdo y los sentidos, los deseos y el inevitable miedo al cambio. ¿Cuánto es lo que ha cambiado? ¿Hemos perdurado en la memoria de nuestros amigos como ellos en la nuestra? ¿Qué haremos ahora? ADEPU ha regresado finalmente a Larabanga tras casi dos años de ausencia por la Covid-19 con estas y muchas otras preguntas en la mochila. Pero nuestros miedos son infundados y las únicas dudas que hay son las que traemos. Larabanga nos ha acogido con un cálido recibimiento y un largo abrazo, que todavía estamos disfrutando. La sensación ha sido, incluso para los que nunca habíamos estado, la del regreso a un hogar. Aquí se nos quiere, se nos cuida, se nos celebra. Se comparte con nosotros lo mejor que pueden ofrecer, desde pequeños lujos a la más cariñosa de las actitudes que jamás hemos encontrado. Cada vez, se nos hace más evidente que esta bienvenida se eleva sobre la herencia de una sólida amistad, un vínculo duradero construido a lo largo de los años entre voluntarios y miembros de la comunidad. Una herencia de la que no podemos sentirnos más orgullosos y agradecidos.

La razón de ser de esta oenegé gira en torno a la educación; traer a nuestras estudiantes, darles la oportunidad de formarse en un ambiente escolar complicado y desafiante, mejorar en la medida de nuestras posibilidades la enseñanza, dentro y fuera de la escuela Primaria Wulugu, es nuestra labor principal. Pero la educación es un diálogo. Tras milenios de docencia y la profesionalización de este oficio, la conclusión sigue siendo la misma que cuando la formularon Sócrates y Platón hace dos mil quinientos años. La educación es siempre un diálogo. Y un diálogo funciona en doble sentido. Por eso, la impresión interior es la de haber aprendido más en una semana que en todo un curso universitario. Quizá por eso también los vínculos que aquí se crean y se mantienen sean tan estrechos: porque la escucha y el aprendizaje discurren en ambas direcciones. El diálogo, tan sencillo como escaso: esa es la mayor riqueza de ADEPU.

Sin embargo, ya avisaba al principio de que los regresos nunca son fáciles. De hecho, si nos ponemos serios, son imposibles. No hay forma de volver al lugar del que se ha partido: nosotros somos distintos, como también lo es la costa que nos recibe. Y Ghana es un país cambiante. Desde hace unos años, la nación atraviesa tiempos inciertos, y no sólo debido a la pandemia. El parón del turismo, los niveles crecientes de corrupción en toda la estructura estatal, el cambio climático, la inestabilidad política de los países circundantes… Parece que todo lo conseguido hasta el momento mantuviese un frágil equilibrio entre sostenerse y derrumbarse. Aun así, nadie sabe a ciencia cierta hacia qué lado se va a acabar inclinando. Son muchas las personas excepcionales que reman a favor del progreso, muchas las mujeres que con su trabajo duro mantienen viva la economía nacional y familiar, muchos los estudiantes que se esfuerzan para llegar a estancias más altas de su formación. Por ahora, lo que hemos visto es que, como de costumbre, cuando las cosas empiezan a flaquear, las aulas son uno de los primeros lugares en los que se manifiesta.

La falta de profesores titulados es un problema que afecta a los cinco colegios de Infantil y Primaria que hay en Larabanga y, en general, a todo el territorio, especialmente en las áreas rurales. Nuestras estudiantes de prácticas se han encontrado con un colegio desbordado por la cantidad de niños y niñas que necesitan —y demandan— que alguien atienda su derecho a la educación. Desde el primer día de clase, sobreponiéndose a la sorpresa, pudo apreciarse en ellas el compromiso personal de satisfacer esa necesidad de la mejor manera posible. Y esa disposición se ha visto reflejada en el trabajo y las ganas con las que han afrontado su primera semana.

Ahora, como siempre, toca adaptarse a la realidad cambiante de esta dinámica y fascinante sociedad. Lo único que esperamos es llevar bien el relevo, y estar a la altura del recibimiento que nos han otorgado y del compromiso que, como consecuencia de ese cariño, todos hemos adquirido.

Nos despedimos por hoy, 7 de noviembre de 2021, desde Larabanga. Pero aún nos queda un largo recorrido.

Mario Marquina es coordinador de Comunicación de la ONGd ADEPU