Silvia Sanz Hernández | Larabanga (Ghana)
África tiene nombre femenino, todos los continentes de hecho. ¿Y qué contiene cada continente? Pues numerosos países, etnias, historias y culturas diferentes.
La madre, desde una perspectiva cultural, constituye un elemento en la crianza de los individuos, en su desarrollo y en su evolución. Por ello África, te miro con toda humildad, de igual a igual, de madre a madre, reconociendo el vínculo de amor y cuidado que compartimos, tú como madre de todos los africanos, yo, nosotras, todas las madres que hemos enviado a nuestros hijos a tu cuidado, te mostramos nuestro agradecimiento y te honramos por haberles acogido, por haberles proporcionado un espacio de acogida donde compartir experiencias, crecer y aprender unos de otros.
Hay un proverbio judío que dice: «Dios no podía estar en todas partes, así que creó a las madres». El corazón de una madre se encuentra donde sus hijos estén, y si ellos son felices, nosotras también lo somos. Y eso es lo que yo he visto en mi visita a Ghana: felicidad, alegría, ilusión… Como dice el gran poeta indio Khalil Gibran: «nuestros hijos no son nuestros hijos, son hijos de la vida que no vienen de nosotras, sino a través de nosotras, no nos pertenecen, ellos tienen que vivir su propia vida.
Y aquí estoy, en África, en Ghana, sintiendo que represento a todas las madres que habéis tenido, tenéis o tendréis hijos en este lugar tan lejano, tan diferente de todo lo que conocemos.
Llegar hasta aquí ha sido todo un reto, una aventura, ha supuesto salir de mi zona de confort y pisar mis miedos para avanzar. Claro que tenía una buena razón para ello: conocer de primera mano la labor de cooperación que a través de ADEPU realizan estos nuestros hijos.
He viajado acompañada —¡soy valiente pero no tanto! —, de mi marido y de mi hermana. Ha sido un viaje maravilloso, diferente a todos cuantos he realizado, lleno de anécdotas, de incomodidades, de risas y de muchas, muchas emociones.
He observado con especial atención a otro tipo de madres. Si queréis ver de frente la fuerza y la resistencia, mirad a la cara de una madre africana. Según la OMS (2018), se calcula que más de 1,5 millones de niños mueren cada año en el mundo por complicaciones en el parto, en el embarazo o en sus primeros años de vida porque sus madres no tienen acceso a la atención sanitaria necesaria.
Entre otros lugares he visitado, Larabanga, al noroeste de Ghana, he podido observar la gran labor de cooperación que se realiza a través de ADEPU y me he dado cuenta de que nuestros hijos no vienen aquí a ayudar, sobre todo, vienen a aprender, a conocer otros lugares, otras culturas… Vienen, en definitiva, a enriquecerse, a tomar la vida desde el compromiso con la sociedad, a vivir en comunidad y a entender el significado pleno de la palabra «solidaridad». Su trabajo les reporta satisfacciones y beneficios personales, más allá de lo material y académico, y estoy segura de que en realidad han recibido más de lo que han dado.
El mundo necesita de buenas acciones entregadas al bien común, y a nosotros este viaje nos ha contagiado la ilusión de participar, de colaborar y de intentar hacer una red más grande que nos incluya a todos.
Ha merecido la pena, y mucho, prescindir durante unos días de esas comodidades a las que estamos tan acostumbrados y de las que injustamente otros carecen; y me llevo una gran lección de vida: «la felicidad no reside en lo que tienes, sino en querer y agradecer lo que sí tienes; y la sonrisa, la alegría y la generosidad de las personas que he conocido aquí, así me lo ha confirmado».
Silvia Palacios Hernández es maestra de Educación Infantil, con 30 años de experiencia docente, y madre de Ángel Sanz Palacios, nuestro coordinador de voluntarios de ADEPU en Ghana (Larabanga y Atsiame), durante el presente curso académico (octubre-junio) 2018/19.
Estoy asumiendo tus sabias palabras. Entre la emoción de saber de ti, de lo positivo de tus palabras (como siempre que te oigo o conversamos) de las ganas de veros y, sobretodo, de la experiencia que nos trasmites mi corazón está feliz y, al mismo tiempo, triste.
Sin duda que tu hijo y los otros hijos están viviendo algo maravilloso. Las madres también, sin duda. Admiro las madres que dejarás a tu vuelta.
Hace muchos años que nos conocemos y desde el primer momento conocí tu generosidad y tu solidaridad con el prójimo, tomando iniciativas y acudiendo a prestar ayuda sin esperar a que la pidan. Mi admiración por tí ha ido en aumento con el paso del tiempo y hoy leyendo tus sabias palabras he reafirmado que eres un ser humano excepcional. La labor de tu hijo, allí en Ghana, revela los grandes valores que posee y tu mérito al habérselos inculcado.
Soy feliz de ser tu amigo y de tenerte tan cerca como para seguir aprendiendo de tí.