Gabriel Gago Gónzalez | Larabanga (Ghana)
En Europa, el deporte se ha convertido en un aspecto esencial en nuestras vidas. El fútbol, el baloncesto, el atletismo, el tenis, natación… las infinitas posibilidades que se ofrecen le otorgan al deporte un gran poder en nuestra sociedad. Pero ¿sucede lo mismo en Ghana? ¿Qué importancia tiene el deporte en la sociedad ghanesa?
Nada más llegar a Larabanga, el pueblo en el que hemos estado viviendo como estudiantes-voluntarios en prácticas, de las primeras cosas en las que me fijé, fue en el campo de fútbol y en el de voleibol. También me fijé que dos de cada tres hombres vestían camisetas de diferentes clubs deportivos. Comencé a intuir que aquí el deporte es mucho más que una cultura. Pero hacen falta muchas más evidencias para considerar que el deporte tiene mucha más importancia de la que uno se puede llegar a imaginar.
Como también sucede en occidente, existe un deporte que reina por encima de los demás: el fútbol. En Larabanga, la consideracón del fútbol es tal, que es capaz de parar actividades como la escuela o reunir a la mitad de la población en torno a un partido. El uso de la televisión casi siempre se ve limitado a la transmisión del fútbol europeo.
Hoy día, encontrar personas ataviadas con vestimentas tradicionales o autóctonas, se vuelve cada vez más complicado. Las tiendas están repletas de equipaciones deportivas, zapatillas e incluso prendas características de su religión, como la túnica musulmana, adaptadas a los colores y emblemas de algún equipo europeo.
Otro de las principales consecuencias que produce el deporte europeo es el desconocimiento del fútbol ghanés. Esto se ve reflejado sobretodo en la población más joven. Los niños tienden a cambiarse el nombre por el de los futbolistas que ven en la televisión y a ponerlo en sus cuadernos de clase. Pero ¿dónde están los deportistas ghaneses? A pesar del orgullo y amor que sienten por pertenecer a su país, no les resulta interesante conocer a los jugadores del equipo nacional, mientras que sí son capaces de recitar alineaciones completas de las grandes combinados del mundo.
Una de las grandes problemas que tiene el fútbol en Ghana es la ausencia de las mujeres. Como he mencionado anteriormente, el fútbol es capaz de interrumpir el horario lectivo de las escuelas. Se organizan competiciones entre las diferentes escuelas, donde los únicos participantes son niños. Las niñas se limitan a animar y observar desde fuera del campo, a pesar de que muchas de ellas están deseosas de jugar. La cultura hace que las mujeres estén cargadas de obligaciones familiares y los prejuicios y estereotipos existentes aquí no les permiten tener momentos de ocio para integrarse en el deporte. Es por eso por lo que la actividad deportiva se ve asociada casi en su totalidad a los hombres. Aunque esporádicamente, la mujer va incorporándose a la práctica de deportes minoritarios y no tan masculinizados como el voleibol.
Cuando pregunté a uno de los jugadores del equipo de fútbol de Larabanga del motivo de por qué no había chicas en la plantilla, me respondió lo siguiente:
“Porque no son lo suficientemente fuertes para practicarlo”
En toda nuestra estancia en Larabanga, en ocasiones, Cristina Segovia y Patricia Baños jugaban con nosotros una “pachanga” frente a la casa de voluntarios y algunas niñas se unían. Quizás se necesiten más oportunidades que sirvan de ejemplo y modelo para la sociedad y el resto de niñas, y poco a poco se rompa con lo socialmente establecido en cuestión con el género y el deporte.
Con todo, después de tres meses observando y formando parte de esta comunidad, puedo decir que el deporte es unión. En Larabanga, hemos aprendido lo que es el espíritu de equipo, la cooperación y la humildad. Ver que todos se comprometen y aportan lo poco que tienen para conseguir materiales, organizar partidos o comprar equipaciones, nos da buena muestra de que el deporte para ellos es y será una actividad social y de convivencia. Yo mismo y mis compañeros hemos podido experimentarlo en mi propia piel. Nos hemos sentidos acogidos y valorados desde el primer momento. Jugar, competir, disfrutar y aprender juntos sin importar quien seas, deja ver el valor social que le otorgan al deporte.
El deporte también llega a los más pequeños. El interés que tienen hacia el fútbol crea oportunidades de aprendizaje constantes. Mubarak y Rauf, los entrenadores de los más pequeños, lo saben muy bien. Ellos han sabido exprimir valores como el respeto, el compañerismo, el esfuerzo, la escucha y el espíritu de familia con tan solo el uso de un balón. Los niños lo valoran tanto que, en muchos momentos, hemos podido apreciar un mayor nivel de atención, respeto y motivación por aprender en algún entrenamiento que en ningún otro momento en el aula.
Considero es fundamental aprovechar la fuerza que tiene el deporte en esta sociedad, no solo en el ámbito escolar sino también en el extraescolar, para poder seguir inculcando valores cívicos y sociales tanto a niños como a adultos. Trabajando de forma inclusiva, con perspectiva de género, se puede lograr que todos, hombres y mujeres, puedan tener la oportunidad de vivir, aprender y disfrutar de las experiencias que ofrece el deporte.
Gabriel Gago González es un estudiante de 3er curso del grado de Educación Primaria en la Facultad de Educación de Palencia de la Universidad de Valladolid, actualmente realizando sus prácticas curriculares en la escuela «Wulugu» de la aldea de Larabanga, Ghana.
Fantástico artículo con una visión muy bien explicada en torno a vuestra experiencia en Ghana. Gracias por compartir vuestras vivencias!!
Gago, te dirán que este artículo está muy bien, pero para mí que no me gusta nada el fútbol, este artículo está más que bien, sobre todo la consideración final. Me ha hecho pensar y comenzaré a ver el deporte y el fútbol en concreto, desde otros ojos.