Irene Teijeiro Parra / Alba Claudio | Atsiame, Larabanga (Ghana)
Desde el día que aterrizamos en Ghana, no hemos podido dejar de admirar la belleza de sus paisajes, los cuales, arropan con su imponente manto tratando de sumergirte en un sueño del que no quieres despertar. Lugares como el Mole National Park, las cascadas de Wli o el santuario para hipopótamos en Wechiau, son capaces de dejarte sin aliento por unos segundos, tratando de discernir si lo que estás viendo es real.
Gracias a políticas de protección del medio ambiente, en diferentes lugares del planeta podamos observar el carácter salvaje, libre e independiente que la naturaleza nos aporta. Dicha protección debe mantener la visión de un entorno ideal, teniendo en cuenta todas las medidas y propuestas que se deben hacer para conservar la vida humana, así como la vida de la flora y la fauna, pues la protección abarca a todo lo que nos rodea. Desde el clima, hasta las plantas, los animales e incluso los aspectos socioculturales que son parte de todo nuestro medio ambiente.
La protección de la naturaleza como un entorno de vida para todos los seres vivos significa mantener el máximo miramiento con la vegetación, así como en la fauna y en todos los hábitats garantizando así el bienestar de las generaciones futuras. Por ello, debemos hacer de la conservación del medio ambiente, un hábito que en lugar de deteriorar mejore las condiciones día a día. A pesar de que con el paso del tiempo el ser humano parece que se está haciendo más responsable de la tierra que pisa, todavía quedan años de desarrollo y concienciación para poder afirmar con contundencia que el planeta es, para el ser humano, una prioridad.
Con el fin de aportar nuestro granito de arena a este largo proceso, queremos que esta entrada del blog sirva para informar de la existencia de un problema real que desde hace muchos años viene castigando el continente africano, entre otros, con especial a incidencia a Ghana.
Según la FAO, el continente africano perdió unos cuatro millones de hectáreas de bosques al año, entre 2000 y 2005. Uno de los principales problemas recae en las pocas figuras de protección de los bosques existentes. Los datos reflejan como sólo el 8,5% de las selvas intactas centroafricanas tienen alguna figura de protección. Organizaciones como Greenpeace destacan como las concesiones forestales otorgadas en África central abarcan unos 50 millones de hectáreas de selva tropical, un área del tamaño de España.
Pero los organismos económicos internacionales y los gobiernos de los países de la Unión Europea también son responsables de los bosques del corazón de África. Existe una demanda sin freno de productos madereros y los mayores consumidores de madera africana se concentran en Francia, España, Italia y Portugal. Y no solo eso, sino que la mayor parte de las compañías que operan en el negocio forestal africano son europeas. No solo destruimos sus bosques, sino que además somos los que más beneficio económico sacamos de ello.
“Cada vez que se arrasa un bosque, se violenta una forma de vida, se pierde una lengua, se corta una forma de civilización, se comete un genocidio” señala Rigoberta Menchú (2002), líder indígena guatemalteca, miembro del grupo maya quiché, defensora de los derechos humanos, embajadora de buena voluntad de la UNESCO y ganadora del Premio Nobel de la Paz (1992) y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1998).
Según Global Forest Watch (Observatorio Global Forestal), Ghana es el país que experimentó el mayor aumento porcentual en la pérdida de bosque primario entre 2017 y 2018. Esta cifra asciende al 60%, seguido de Costa de Marfil con un 26% de pérdida de superficie forestal. Es alarmante que el porcentaje de deforestación de Ghana duplica la cifra del segundo país de la lista.
Debido a ello, desde ADEPU nos hemos propuesto contribuir con nuestro pequeño granito de arena a frenar el avance de la deforestación. Se trata de un proyecto de plantación comunitaria de árboles frutales con el objetivo de aumentar la superficie forestal de Atsiame, así como mejorar la seguridad alimentaria de las familias.
El primer paso en la reforestación es la creación de un vivero. De esta forma nos aseguramos tener plantas de calidad a un precio muy reducido, lo cual aumentará la sostenibilidad del proyecto. Escogimos plantar cocoteros y árboles de mango porque son dos productos muy demandados en la zona. Además, queríamos plantar árboles de Karite. Esta especie habita en el norte de Ghana. Atsiame está en el sur del país, y el árbol del Karite no está presente, sin embargo, debido a los múltiples beneficios que su producto podría generar en la economía local, vamos a destinar una zona a la investigación y desarrollo del árbol.
Cuando llegamos, conocimos a Safo, Cochito y Japhet. Tuvimos un par de reuniones en las cuales nos hicieron sentir parte del proyecto en todo momento. Se diseñó y organizó el proyecto de plantación comunitaria de árboles frutales cocoteros, mangos y carité con el objetivo de aumentar la superficie forestal de Atsiame, además de mejorar la seguridad alimentaria de las familias.
La creación del vivero se hizo con mango y coco para asegurar que las plántulas que se trasplantaran fueran de la mejor calidad posible. Para ello, los más jóvenes, junto con voluntarios de ADEPU, sembramos los cocos secos directamente en el terreno con una separación de 40cm entre ellos. Las semillas de mango fueron recolectadas y sembradas reutilizando recipientes plásticos. Ahora solo queda esperar a que nuestras plantas germinen y poderlas trasplantar a su ubicación definitiva.
Irene Teijeiro Parra es Ingeniera Forestal por la Universidad Politécnica de Madrid. Ha sido becaria de la AECID para la realización trabajo final carrera: «Propuesta de Ordenamiento Territorial de la aldea Santa María Tzejá en Guatemala». Posee un máster en Ingeniería de Madera Estructural por la Universidade de Santiago de Compostela. Cuenta con una amplia trayectoria en materia de agricultura ecológica, realizando inventarios y planes de gestión de bosques, vinculada al voluntariado y a la cooperación para el desarrollo sostenible.
Alba Claudio es estudiante de 4º curso del grado de Publicidad y Relaciones Públicas de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación de la Universidad de Valladolid (España).