Lucía Fernández-Recalde Velasco | Atsiame (Ghana)

Doctor espiritual nacido en Togo, pero residente en Akatsi, Abdul recorre los pueblos del país vendiendo sus productos naturales y sus técnicas espirituales a las distintas comunidades ghanesas. Tras su llegada a Atsiame el pasado miércoles y tras conversar con él durante horas, pude concretar el sentimiento de espiritualidad que Abdul me transmitió y la importancia que tenía para muchos vecinos su reciente llegada al pueblo.

La principal forma de vida de Abdul gira en torno a los cuatro elementos fundamentales que, según él, contiene la madre naturaleza y el mundo: fuego, tierra, aire y agua. Para él, en cada uno de nosotros prima uno de estos elementos por encima de los otros conformando entonces nuestra manera de ser y sentir. En mi caso, nacida en jueves, el fuego conforma mi personalidad irradiando energía interior hacia el exterior y hacia los demás. Este día se convierte, por tanto, en mi día de fortaleza en el que proyectar aquello que desee podría ayudarme para lograr cumplirlo.

A pesar de que el mundo interior que Abdul me descubriría era cuando menos interesante e inspirador. Otro pensamiento que compartió conmigo me resultó aún más increíble que el anterior. “Confío en el poder que la raza negra tiene, Lucía”, me decía con total firmeza. “De pequeño, yo también creía que quería casarme con una mujer blanca. Quería que me llevara a su país y así conseguir la vida de ensueño que creí merecer”, terminó de comentarme.

Sin embargo, la visión de Abdul visión había ido variando a medida que había ido creciendo y adquiriendo conocimientos en el colegio y en la universidad. Considera que como blancos es mucho más fructífero que invirtamos nuestro dinero en su país, en investigar y descubrir y, de este modo, avanzar y poder lograr una mayor prosperidad de Ghana y del continente africano. Para lograr esta prosperidad, se apoyaba en el pensamiento de Nkrumah, primer presidente africano en conseguir la independencia de su país. Nkrumah creía en la unión de todos los estados africanos hacia un mismo camino, dicho en otras palabras, creía en el poder como raza, en el trabajo y apoyo de los unos a los otros para terminar unificando al continente por completo.

Cargados de naturaleza y recursos, para Abdul el problema comienza por el gobierno, que lejos queda de brindarles ayudas y mejoras para conseguir resultados favorables en las comunidades. Aun teniendo recursos y costumbres que los proclamarían como autosuficientes, la sociedad ghanesa sigue creyendo que necesita ayuda externa continuamente.

Abdul crea medicinas naturales a base de frutos recolectados en su propia comunidad que yo misma compré. Este negocio da trabajo a vecinos e incluso a su propia familia, pues es su hermano quien le brinda también ayuda en tareas de marketing a través de Facebook. Lejos de expandir sus productos a gran escala, su único deseo es continuar ayudando a las comunidades cercanas y seguir manteniendo a su familia. Me surge la duda: ¿será casualidad que aquél que cree en la naturaleza y sus capacidades sea también aquél que por primera vez desde que estoy aquí, crea también en la fortaleza de su raza sin depender de la nuestra?

Lucía Fernández-Recalde Velasco es estudiante de 4º curso del grado de Publicidad y Relaciones Públicas de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación de la Universidad de Valladolid (España).