Patricia Villada
Mi experiencia en Ghana
Comencé los preparativos con una maleta cargadísima de ilusión, unas ganas enormes de sentir, disfrutar, valorar… cada segundo que pasase en Ghana. Casi sin pensarlo llegó la fecha y me disponía a cargar con mis bultos durante un largo viaje. Salí de mi pueblito soriano acompañada por mi padre, que con lágrimas me despedía en la estación de autobuses de Soria. De ahí viajé acompañada con mi pareja, Javier, hasta Madrid. Recuerdo que no conseguí dormir ni una cabezadita (y eso que adoro dormir en los viajes), debido a los nervios y la emoción que sentía por todo mi cuerpo.

Al llegar al aeropuerto conocimos al resto de voluntarias, y aunque con algo de timidez, enseguida entablamos largas conversaciones, tratando de conocernos algo mejor y con esos miedos que se tienen cuando llegas nueva a un grupo, “¿encajaré?, ¿Cómo llevaremos la convivencia? ¿Nos organizaremos bien?”. Aunque cada uno parecíamos (y realmente lo somos) diferentes, teníamos algo muy fuerte en común, un proyecto en el que aportar lo mejor de cada uno, por lo cual, no había nada de qué preocuparse, íbamos a convertirnos en una gran familia.

La llegada a Accra, aunque cansada, seguía siendo emocionante. Impactada por los grandes edificios que componían la capital, atravesamos de noche en un tro tro pequeño repleto de personas y maletas. Medio adormilados recorrimos el sur del país. Parecía una niña pequeña, girando la cabeza rápido hacia ambos lados del coche para observar por la ventanilla todo lo que se me presentaba a mi alrededor, tratando de no perderme ni un solo detalle, y dejándome guiar por los miles de estímulos. Me fascinaba el color que tenía aquel país, el olor, sus gentes que nos observaban al pasar con sus grandes ojos, sonriendo, saludando… Hasta que por fin logramos llegar a nuestra pequeña aldea, Atsiame. Sentí el calor de su gente desde el primer instante. Tanto niños/as como adultos saludaban y nos recibían amablemente, en especial a nuestro coordinador, Domingo, ya que pudimos comprobar lo querido que era en aquel lugar. A pesar de lo poquito que habíamos dormido, no pensaba más que en asearme y comenzar a empaparme de aquel nuevo lugar y sus gentes. De poco me sirvió la ducha, ya que en menos de treinta segundos tres pequeñajos me habían llenado de tierra de pies a cabeza, al invitarme a jugar con ellos y hacerles cosquillas, ¿quién podría resistirse a algo así?

Desde el primer momento sentí conexión con Atsiame y con sus habitantes. Tan rápido ellos me llamaban por mi nombre y con gran dificultad trataba de recordar los nombres de cada uno de ellos/as. Durante mi mes en este proyecto he intentado acercarme lo más posible a esta población, ya no solo a los niños/as, que desde el primer instante forjas relación, sino también a aquellos padres, madres, abuelos, nuestras cocineras… todos ellos te hacen sentir como en casa sin ni si quiera esforzarse. Es algo que tal vez tienen cultural, son acogedores, altamente acogedores, complacientes, generosos… y eso contagia y enamora a cualquiera.

Principalmente he estado realizando una labor educativa. Decidimos organizarnos en dos grupos: unos se encargarían del grupo de los más pequeños y otros de los mayores. Debido a que dentro del grupo de voluntarios/as, Javier y yo éramos los que mayor nivel de inglés presentábamos, nos ofrecimos a dirigir el grupo de los chicos y chicas más grandes, ya que a la hora de comunicarnos y transmitirles nuestras propuestas, sería lo más eficaz. Reconozco que me he quedado con las ganas de involucrarme un poco más con los pequeños, que son adorables, pero estoy muy contenta y orgullosa del grupito que guiamos con los talleres educativos. Por su puesto, las tardes eran tiempo de diversión. Educación y disfrute también van de la mano, y eso era algo que queríamos mostrarles, más allá de un repaso de matemáticas, de un impulso a la lectura, etc. todo el grupo quisimos dedicar especial atención, todas las tardes, a talleres más lúdicos, dinámicos, en los cuales desarrollaran sus habilidades artísticas, deportivas, sociales, etc. Y es gracias a esos momentos, que he podido generar unos lazos fuertes también con los niño/as más pequeños de la aldea.

No todo ha sido trabajar y preparar materiales. Hemos disfrutado muchísimo los fines de semana para conocer el maravilloso país de Ghana. Estas excursiones servían para forjar nuevas amistades, bonitos lazos con los compañeros/as e incluso conocernos un poquito más a nosotros mismos. Viajar, probar nuevas comidas, conocer playas preciosas, vegetación inmensa, gente extremadamente amable… a todo eso nos ha dado también tiempo. Pero tengo que reconocer, que los domingos, al volver a la aldea a la noche, me sentía en casa, aliviada y con ganas de empezar el lunes con fuerza.

He enseñado cosas, tal vez no mucho, pero he querido, hemos querido, acercar a los niños una educación con una metodología muy distinta a la que están acostumbrados. He dado todo mi cariño, en las clases, en los momentos de juego, en las celebraciones de la aldea. Pero sobre todo he aprendido, he recibido muchísimas más cosas de las que he podido dar. Me he sentido incluida en una sociedad, en sus rituales, sus fiestas, sus funerales, sus hogares. Ha sido maravilloso poder vivir este mes en Atsiame. Es un lugar mágico. Lloré muchísimo al despedirme y sigo llorando un poco al recordar y escribir este texto.

Se cumplió un sueño, tal vez el mayor de mis sueños desde niñas, y se lo debo a la organización por darme la oportunidad. Ojalá pueda volver a ese sitio, ya que parte de mi persona y gran parte de mi corazón, se han quedado allí.

 

Mi experiencia con Adepu
Considero fundamental la labor que está haciendo esta organización en el proyecto de Atsiame, para tratarse de una ONG pequeña, sin muchos años de recorrido, están llevándose a cabo adelantos maravillosos. Observo que hay mucha gente implicada, tratando de conseguir fondos, poniendo su tiempo, sus ganas y su dinero en que un proyecto siga adelante, y aunque se trate de algo pequeño, estoy segura de que irá creciendo y los resultados a la larga serán maravillosos.

Es muy importante seguir trabajando con las mujeres, darles un mayor papel en la sociedad, para que crezcan, rompan roles tradicionales que parece que solo les permiten dedicarse al hogar y los niños. Hay que fomentar, y traer a gente formada, para que esta parte de la población crezca, se abra, mejore en su situación.

Aspectos positivos
A nivel personal, esta experiencia ha sido fabulosa, la mejor de mi vida. Ha supuesto cumplir un sueño, y crecer mucho. No me daba cuenta de lo ignorante que era en cuanto a la cultura de allí, incluso en cuanto al continente entero. He aprendido muchísimas cosas de ellos, de su manera de vivir, su forma de aceptar y celebrar la muerte, su dedicación, las ganas por aprender, su hospitalidad y amabilidad, lo generosos que son altruistamente, sin esperar nada a cambio de nosotros… Considero que nuestra labor con voluntarios es muy importante para ayudarles a mejorar en ciertos aspectos, pero es mucho más lo que recibimos nosotros como personas, la de conocimientos de la vida, lo mucho que podemos mejorar como personas, la de cosas que te transmiten y te enseñan ellos sobre su forma de ser y de vivir. Eso para mí tiene mucho más valor que cualquier pequeña cosa que yo haya podido enseñarles a ellos/as.
Javier Aramendía
Mi experiencia en Ghana
Recuerdo que nada más llegar a la aldea en trotro, nos recibieron corriendo niños/as y no tan niños/as, y empezamos a jugar con ellos/as incluso antes de acomodarnos en nuestras habitaciones, habíamos llegado a nuestro hogar. No me costó adaptarme nada, ni a la comida, ni al clima (aunque hiciera bastante humedad) y menos a la aldea, ya que era limpísima y daba gusto salir a caminar  y “perderte”.

Los primeros días estuvimos descubriendo y familiarizándonos con lo que iba a ser nuestra vida por un mes; desde ir a la compra al pueblo más cercando en moto, conocer a las familias con las que íbamos a cohabitar, los/as niños/as de la aldea, sus costumbres y hábitos… fue emocionante observar tal cantidad de diferencias en tan solo un día.

Una parte muy esencial, si no es la que más, es la convivencia y que te sientas uno más cuando te encuentras en Atsiame. Yo me sentía uno más cuando íbamos a jugar a fútbol y mezclábamos equipos para darlo todo y ganar, también en el momento donde nos enseñaron un juego característico suyo (al que no paraban de jugar) donde tenías que coordinar las palmadas con un salto y a la vez elegir qué pierna ponías delante, incluso en los momentos (mis preferidos) que íbamos de paseo por toda la aldea con los/as niños/as y voluntarios/as. Nos presentaban a sus padres y madres llevándonos dentro del patio de la casa y dándonos a probar la comida que en ese momento estaban cocinando, también sus plantaciones explicándonos que fruta o fruto salía de cada planta, cómo llevaban al agua, cómo tejían, su colegio, su vida.

Durante ese mes pudimos realizar varias actividades de mayor trabajo y muy gratificantes. Una noche les preparamos el Rey León con sombras chinescas y todo decorado y ambientado (incluso nosotros/as). Se hizo tal efecto llamada (un grupo de niños/as y voluntarios/as fueron casa por casa gritando que estrenábamos obra) que el patio de butacas se abarrotó y pudieron disfrutar de esta obra en la que al final ellos/as fueron partícipes  jugando con los personajes y tocando los bongos a compás de ritmo africano. También hemos realizado actividades muy lúdicas como la globofexia, papiroflexia, pintacaras, yoga… con la finalización de una Gymkana por la aldea en la que participaron todos/as.

En los talleres y actividades estaba más con los/as mayores y mi compañera y yo intentamos observar cuáles eran los puntos fuertes de cada uno/a para potenciarlos. Hicimos matemáticas; sobre todo sumas, multiplicaciones, restas y divisiones, lectura; en donde primero leíamos un capítulo de un cuento en alto y luego la lectura era individual, música; siguiendo el ritmo de los bongos, inglés… y casi siempre acabábamos con un rato libre de dibujo, ya que les encantaba.

El último fin de semana nos quedamos en Atsiame para poder disfrutar de los últimos momentos con toda la gente. Coincidió que nos invitaron a un funeral y no teníamos muy claro cuáles eran los protocolos a seguir en estos casos. Al llegar, no paramos de escuchar gente cantar y tocar música, ver gente bailar… y es que ahí tienen una concepción muy diferente y se lo toman casi o sin casi, como una fiesta. Fue algo tan distinto para nosotros/as que al principio o sabíamos cómo reaccionar hasta que empezaron a sacarnos a bailar con ellos/as y acabamos siendo uno/as más en esa celebración en donde lo sentimos como un momento muy emotivo.

El domingo en misa pudimos también ser partícipes de la celebración tan alegre y bonita que se hace en la Iglesia. Estuve ensimismado viendo cómo cantaban, bailaban e incluso tocaban la batería durante unas cuatro horas que se nos hicieron cortas. Al saber que eran nuestros últimos momentos en Atsiame, y que quizá no volviéramos a ver a toda esa gente con la que hemos convivido y compartido tanto durante un mes, nos entró esa nostalgia en la que no puedes reprimir algunas lágrimas, no podía tener mejor final.

Este tiempo que he estado viviendo en esta pequeña aldea, no podía dejar de sentirla como mi hogar cada vez que volvíamos, y eso dice mucho, porque sentir una parte como tu hogar quiere decir que lo que has vivido ahí está dentro de ti y lo sientes como tuyo. Al final, y lo que más cuenta, es que hemos aprendido los/as unos/as de los/as otros/as.

El voluntariado en otro país te ayuda a descubrir las diferentes culturas que existen en todos los ámbitos. Da la oportunidad de enseñar y que te enseñen constantemente. He podido vivir una experiencia que me marcará para siempre con gente con el mismo espíritu de enseñar y aprender que yo. Alegra saber que en el voluntariado haya gente que con las diferencias que todos/as tenemos, seamos iguales en una misma causa, y eso te da fuerzas para creer y poder avanzar mutuamente.

Me gustó mucho que a la hora de los talleres, fuéramos nosotros/as mismos/as los/as que realizábamos los horarios y confeccionábamos las actividades a nuestra manera. Incluso A cada taller o actividad que se nos iba ocurriendo, le dábamos rienda suelta y llegábamos a confeccionarla con resultados muy gratificadores. También el hecho de poder estar a las tardes con los chicos y chicas de manera más tranquila, ayudaba a crear una conexión más especial que si estuviéramos solamente dando talleres o en la escuela.

 

Mi experiencia con Adepu
Durante mucho tiempo he estado buscando diferentes vías factibles para poder realizar mi labor de voluntariado en diferentes países y continentes, ya que he sentido la necesidad de aportar mi granito de arena en cualquier ámbito; bien sea educativo como en los colegios que he estado realizando prácticas, deportivo, etc. En muchas de las ONG´s en las que había estado investigando, pedían una cantidad de dinero por tres semanas de estancia que en esos momentos no podía invertir. Está claro que cualquier ONG necesita fondos para seguir su labor y ayuda en el proyecto que esté realizando en ese momento, pero muchas personas se preguntan si no es algo descompensado, pudiendo llegar a dudar de ellas aunque tuvieran buena intención.

El caso, es que di a parar con ADEPU gracias a una compañera que me animó a que viese sus proyectos, la labor de los/as voluntariados/as… a través de las redes sociales (vídeos y fotos explicativas). Me interesó mucho el trabajo que se estaba realizando por parte de todo el equipo en una pequeña aldea al sur de Ghana. Al ser una pequeña aldea, pensé que se podría realizar una mejor ayuda con un equipo menor de voluntarios/as que no en una gran ciudad con tropecientos.

Tras ser apto para el inicio de mi voluntariado, pensé que tras mis cuatro años de carrera como docente de Educación Primaria, podría desempeñar mis conocimientos adquiridos este tiempo y contagiar las ganas que tenía de empezar esta aventura en un país tan diferente.

Descubrir la ONG ADEPU me ha hecho ver que realmente existen asociaciones altruistas que lo que buscan es contribuir a la mejora y calidad de la vida en otro país con menos recursos que los nuestros. Aparte de enviar personas a convivir y crear un ambiente educativo y lúdico conjuntamente, el proyecto del pozo en la escuela es una verdadera gran noticia para los/as chicos/as que se tenían que desplazar a otros más alejados, con la consiguiente ausencia de las clases. Un gesto como ese puede cambiar muchas cosas.

Sin embargo he aprendido que no se debe crear necesidad donde no la hay. Me resultó impactante que a la hora de viajar los fines de semana y hospedarnos en lugares turísticos, muchos/as niños/as venían a pedirnos dinero de diferentes formas o incluso a pleno sol en la playa a un chico con un abrigo de invierno traído de Europa o América. Cuando la gente da dinero o bienes materiales a estos/as chicos/as, lo que están creando es mendicidad y que sus padres/madres o ellos/as mismos opten por preferir ir a pedir dinero que ir a la escuela, por lo cual no se está creando nada bueno de ahí.

 

Aspectos positivos
La principal fortaleza de este voluntariado es que te da la oportunidad de convivir en una aldea pequeña de Ghana llamada Atsiame, donde te sientes uno/a más cuando vas paseando por las calles saludando a todos/as, aprendiendo su idioma (lo que se puede), y tratar de realizar sus costumbres. Es una vivencia muy pura de lo que realmente pensamos como África, y realmente te das cuenta (como mucha gente piensa) que tú no vas a cambiar nada en un mes, no eres “el salvador”, lo que verdaderamente cuenta son todas las horas que hemos podido pasar juntos/as y contarnos cosas, observar cómo se hace esto o lo otro, compartir, y saber que esta experiencia la vas a recordar siempre. Esta es la verdadera importancia de un voluntariado.

Valoramos mucho la aldea en la que vivimos un mes, ya que cada vez que volvíamos a ella, segregaba una paz y una limpieza que no encontrabas en los demás sitios. Aun así donde fuéramos descubríamos nuevas cosas.

Por último me gustaría dar las gracias por hacerme partícipe de este proyecto tan humano y esperanzador. Voy a seguir manteniendo el contacto y a participar dentro de lo que se pueda en ADEPU, ya sea escribiendo o a través de las redes sociales.

Ha sido una experiencia única e irrepetible que llevaré siempre conmigo en mi corazón.

“Yo no sé de ningún gran hombre/mujer, excepto de aquellos/as que han prestado un gran servicio a la humanidad” – Voltaire.

Alba Nieto
Mi experiencia en Ghana
La experiencia personal ha sido maravillosa. He ido desde un comienzo muy tranquila dado que en los cursos y reuniones nos han facilitado mucha información y he tenido la oportunidad de conocer al grupo de personas con las que iba a compartir la experiencia. El “pre-Ghana” ha sido muy productivo desde mi punto de vista. Una vez allí todo mejoraba las expectativas, la vivienda, habitaciones, comida estaba genial lo cual ha ayudado a que mi experiencia personal sea maravillosa.

Personalmente el haber podido vivir esta experiencia me ha hecho crecer como persona e intentar cada día convertirme en alguien mejor, aprendiendo de los demás.

La verdad es que soy una persona que habitualmente comparto mis cosas con los demás, intento ayudar a quién lo necesita y lucho por seguir ese camino. Aun así creo que nunca había llegado a tal extremo de compartir absolutamente todo con los demás. Con mis compañeras he compartido desde materiales escolares, comida y todo tipo de ropa. Tanto mis compañeras como las personas más allegadas de la aldea se han convertido en mi familia durante estos meses.

A nivel profesional he aprendido a manejar una clase, programar un día a día de actividades, realizar materiales en conjunto con mis compañeras, a compartir todo con ellas y especialmente he continuado educando mi mirada pedagógica hacia el niño. He vivido muchas emociones en el transcurso de este tiempo, desde momentos de desesperación por pensar que no podía llevar la clase, miedo por si no sabía hacerlo bien a momentos de alegría al ver que aprendían nuevas cosas y felicidad al sentir que estaban contentos conmigo y yo con ellos.

Con este tipo de acciones, trabajando el «menos es más» también se están transmitiendo de forma indirecta valores y acciones que realmente son las que sustentan la verdadera educación. Una educación para la vida, basada en la humildad, el cariño hacia los otros, el saber compartir, el ser feliz con lo que realmente importa y no basar nuestra felicidad en nada material.

Con estos valores vivenciados también me he dado cuenta de hacia dónde quiero enfocar mi vida, cómo quiero que sea mi familia y hacia dónde educar mi corazón y el de mis futuros alumnos y alumnas.

Mi experiencia con Adepu
Considero que con ADEPU son todo ventajas. Es una ONG pequeña, familiar, con transparencia en todo lo que hacen y con los proyectos muy claros.

Me pareció desde el primer momento que estaba todo muy claro, bien organizado y con personas muy comprometidas.

Aspectos positivos
Otros aspectos positivos además de los que ya he comentado antes son:

  • La formación que se ofrece previa al voluntariado.
  • Poder asistir de forma gratuita a conferencias de profesionales de reconocido prestigio desde un punto de vista interdisciplinar.
  • Recibir información de personas que han vivido la experiencia años previos. Quizá este punto lo mejoraría ampliando más la información, las vivencias, con fotos, vídeos,… Destinaría más tiempo de la formación a ello puesto que lo considero realmente enriquecedor para el grupo que va a preparar su voluntariado.
  • El proceso de selección que se lleva a cabo para desarrollar el voluntariado.
  • El coste económico de la actividad asequible para estudiantes.
  • El lugar en el que se desarrolla la actividad, Atsiame.
  • El colegio Atsiame- Heluvi Basic School.
  • Las infraestructuras de la aldea, vivienda, habitaciones, cocina, baños.
  • La comida.
Luz María Gómez Nieto
Mi experiencia en Ghana
Gracias a la escuela, a pesar de las diferencias que no comparto con el sistema educativo de allí: como la metodología basada en la repetición, el castigo físico, la distancia que hay establecida entre el maestro y el alumno, o la falta de implicación por parte del profesorado. Tengo que reconocer que era un auténtico regalo tanto para la vista como para el odio, el comenzar y el terminar el día, con los cantos, ritmos africanos de tambores, la organización en la entrada y salida de la jornada. También admiro la autonomía y responsabilidad de los niños. Aunque parezca increíble creerlo, me he sentido que me cuidaban ellos más mí, que yo a ellos.

Gracias por poder vivir la emoción de la gente, al ver como sus hijos, el próximo curso escolar, cuando sea la estación seca, no tengan que ir que ir andando hasta sus casas porque tenga sed y no perder esa lección que le abra camino a un futuro mejor. Habéis construido un «pozo de sabiduría».

Junto al trabajo en la escuela, también hemos realizado talleres en la aldea. Ha sido una buena oportunidad para seguir aprendiendo de los niños y del resto de mis compañeros. Gozábamos de una libertad absoluta para desarrollar nuestra creatividad y adaptarla a los recursos del medio y a las necesidades de los niños. Se han desarrollado actividades de deporte, cine, justdance, pintacaras, repasos de las materias del colegio con un enfoque más lúdico, fomento de a la lectura con la dramatización y lectura de cuentos utilizando para ello canciones, bailes, marionetas y juegos de sombras…

Mención especial a la guardería, una magnifica idea, que brinda la oportunidad a las madres con niños menores que no asisten al colegio para poder ir a trabajar. Por último, señalar el maravilloso taller de costura, un gran ejemplo de que ADEPU no da peces, sino la caña de pescar. Nuestra casa no solo es para los niños, es para toda la aldea. Las mujeres aprenden unas de otras, confeccionan vestidos y se les da la oportunidad de aprender un nuevo oficio.

Las instalaciones de nuestra vivienda quizá no eran las más lujosas, pero si suficientes e incluso yo diría que más, se ha convertido en mi hogar. Quizá no hemos tenido agua corriente o caliente, pero no lo cambio por una ducha viendo el cielo de África. Dormir en una habitación compartida con un colchón en el suelo y una estantería como armario, ideal para poder realizar una reflexión conjunta del día. Una comida, no muy variada, pero sin ninguna duda exquisita, no puede ser de otra manera cuando nuestras cocineras cocinan para su familia. Un salón al aíre libre que nos permitía comer juntos, realizar una buena sobremesa, compartir diferentes enfoques y programar cada día.

Por último, agradeceros el cariño de los niños, no tengo palabras para poder describirlo, es algo que solo se puede sentir. Qué equivocada estaba cuando pensaba que me iba a afectar emocionalmente. Son niños inteligentes, astutos, inocentes, creativos, entusiastas, cariñosos, responsables, autónomos… Lo único que me realmente dolió fue decirles adiós, aunque en el fondo de mi corazón, espero que sea un hasta luego.

Mi experiencia con Adepu
Me gustaría continuar mi reflexión con una serie de agradecimientos a ADEPU, creo que es la forma más correcta a través de la cual puedo contar mi voluntariado.

Antes de comenzar con lo que se iba a convertir una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida tanto a nivel personal como laboral. ADEPU me realizó una entrevista para valorar si estaba capacitada tanto físicamente como psicológicamente para poder formar parte del voluntariado. Antes quiero aclarar que trabajo como maestra en un colegio de Castilla y León. Una de las preguntas fue: «¿Qué crees que te puede aportar esta experiencia?». A lo cual contesté: Valorar los recursos educativos que tenemos en España ya que ellos no cuentan con apenas ninguno. Otra fue: «¿Consideras que vas a poder soportar la experiencia?». A lo que respondí que sí físicamente, pero que no sé si podría emocionalmente. Así fui contestando sucesivamente a una serie de preguntas que a día de hoy reflexionando sobre ellas. Me doy cuenta de lo equivocada que estaba y que las respuestas hubieran sido muy diferentes ahora si me las volvieran a hacer.

Gracias por darme la oportunidad de conocer una nueva cultura, con sus costumbres, gastronomía, trajes, lengua… La gente de Ghana es maravillosa, pero sin ninguna duda la de Atsiame es especial. Me sorprendió su limpieza, convivencia, organización en las tareas, colaboración y amabilidad de los aldeanos. En un mes y medio, me han hecho sentir parte de todo ello, la adaptación fue rapidísima, tanto de mis compañeras como mía. No creo que seamos unas camaleónicas, sino que es muy fácil adaptarse cuando llegas nueva a un lugar muy diferente al tuyo y continuamente estás recibiendo amor y cariño.

Gracias por esa selección de profesionales que hicisteis que me habéis dado la oportunidad de conocer y de aprender de ellas, creerme que me llevo una auténtica familia y miles de aprendizajes. Hemos compartido miedos, tristezas, alegrías… En definitiva, experiencias que no olvidaré jamás. Hemos trabajado codo con codo, aprendido unas de otras, incluso en ocasiones podría decir que nos hemos dejado la piel, pero todo ha sido increíblemente gratificante porque cuando se trabaja con el corazón y todas a una, el resultado solo puede ser positivo.

Gracias por ese coordinador, que ha sido una pieza fundamental para que el puzle encaje perfectamente. Reúne cualidades que considero fundamentales para que todo funcione correctamente.

Gracias por la transparencia, que aunque no la hayamos pedido en ningún momento, nos lo habéis demostrado.