Jaime Falcón López | Larabanga (Ghana)

 

La pequeña parte que ocupamos los seres humanos en el universo es ínfima. Por esta razón, siempre tratamos de centrar nuestra atención en núcleos pequeños, creyéndonos el centro de todo: el mejor barrio, la mejor ciudad, el mejor país…. Todo para sentirnos más cómodos con aquello que nos supera por propia naturaleza.

En el momento en el que descubres que somos una obra de ingeniería casi perfecta y, a la vez, no somos nada, comienzas a entender un poco mejor la verdadera filosofía de la vida. Creemos saber que la libertad va más de allá de una simple palabra, cuando realmente entonamos al aire su canción sin saber su significado.

Cuando escuchas hablar de libertad a las personas de Larabanga o Accra (Ghana), y te dicen que algo no les parece bien porque les limita su propia identidad como persona, se te eriza la piel, porque lo hacen con tal convicción, creyendo tan firmemente en ella que no te queda nada más que asumir que tu concepto de libertad difiere mucho del suyo.

 

 

Tras varios días paseando por las calles de Larabanga, serpenteando entre el bullicio de Accra y escuchando «AnSuNá» o «AnSuLa» (dependiendo de la hora del día) allá por donde fuese, hubo una cosa que me llamó la atención, quizás la cosa más absurda teniendo en cuenta que todo era nuevo para unos ojos ignorantes. Pero no podía parar de preguntarme el motivo por el cual se usaba tanto el claxon, incluso en contextos en los que tenía ningún sentido o razón.

Ahora esteréis pensando en lo absurdo que resulta llegar a Ghana desde España y que lo que más te llame la atención en un primer instante sea esto, y sí, quizás lo sea, pero cuando por fin me decidí a preguntar a los aldeanos del lugar, la respuesta fue: «Esto es África, nosotros celebramos todos los días nuestra libertad de hacer lo que queremos hacer, y una forma de hacerlo es tocar el claxon para recordarlo». La respuesta fue contundente, y el orgullo que sintió al decírmelo fue demoledor.

 

 

En Larabanga, los niños y niñas, tras haber aprendido a andar, caminan por las calles con total libertad y autonomía, sin control ni autoridad que les digan lo que tienen que hacer, simplemente exploran y aprenden lo que es bueno y lo que es malo por ellos mismos.

Vivir un mismo concepto de diferente manera es algo único, y todos podemos aprender unos de otros.

Jaime Falcón López es estudiante de 4 curso del grado de Publicidad y Relaciones Públicas de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación de la Universidad de Valladolid (España)